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Friday, August 22, 2025

Heredando sueños: estudiantes de la Universidad de Florida construyen un futuro esperanzador

En Gainesville, las voces migrantes cargan generaciones de sueños

Cada bandera cuenta una historia de migración y el legado compartido de esperanza.
Cada bandera cuenta una historia de migración y el legado compartido de esperanza.

Mia Sáchez, Sharylen López y Lucía Sánchez llegaron a la Universidad de Florida desde diferentes territorios, familias y legados. Todas comparten algo en común: son las primeras en sus familias que llegan a estudiar a una universidad en Estados Unidos y a perseguir sus sueños más allá de las fronteras. 

Sus aspiraciones de estudiar, emprender o encontrar un sentido de pertenencia no se han visto limitadas por las líneas en un mapa. En Gainesville, dicen, esos sueños tienen raíces distintas: se escuchan en español, en spanglish, en historias que cruzaron mares y que se heredaron de padres a hijos e hijas.

En el condado de Alachua, más de 36,000 personas se identifican como hispanas o latinas, de acuerdo con estimaciones de la Oficina del Censo de 2023. La comunidad puertorriqueña representa cerca de una quinta parte, seguida de cubanos y mexicanos.

Para Mia Valdés, estudiante de maestría en Estudios de la Mujer, de 21 años, migrar es parte de la historia familiar: “de verdad estoy muy orgullosa porque me ha costado mucho llegar aquí. Mucho estrés, mucho llorar también. Pero al final estar aquí es una cosa muy grande, un big deal”. Valdés es la primera de su familia cubanoamericana en llegar a la universidad. 

Cada logro académico de Mia se enlaza con la decisión de su madre, Rosalina Valdés, quien dejó Cuba en 1994 en busca del “sueño americano”, convencida de que ese paso abriría oportunidades para sus hijos.

Rosalina llegó sin hablar inglés, perdió a su esposo poco después y crió sola a su hija mientras buscaba trabajos temporales. “Pero aún así, siempre nos sacó adelante. Yo no sé cómo lo hizo.”  

Ella menciona cómo su incursión en los estudios feministas le han permitido encontrar un lenguaje para nombrar lo que vivió:

“Estudiar el feminismo me dio las palabras para entender la vida de mi mamá, sus luchas, lo que significa ser mujer migrante. Antes pensaba que exageraba, pero leyendo e investigando me di cuenta que no. Que de verdad era muy duro. Y que gracias a su decisión yo estoy aquí.”  

Valdés está por iniciar su programa de maestría en Estudios de la Mujer, convencida de que la educación es una herramienta para transformar su presente y defender los derechos de mujeres y niñas migrantes.

En otra orilla del país, la historia se repite en clave distinta: la de un padre que cruzó la frontera a los 16 años.

Sharylen López, chicana de 23 años y estudiante de posgrado en Estudios de Mujeres, Género y Sexualidades en UF, creció observando cómo los sacrificios de su padre marcaron sus propias metas. 

“Los sueños de educación de mi papá se cortaron porque tuvo que trabajar y mantener a la familia después de migrar, pero él siempre fue muy académico y quería que sus hijos tuvieran esas oportunidades,” recordó. 

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Ese impulso la convirtió en la primera mujer de su familia en graduarse de la universidad y continuar estudios de posgrado.

Ya en Florida, Sharylen enfrentó la distancia de casa y el choque cultural, pero encontró en la academia un espacio para transformar su experiencia en conocimiento y acción.

Para ella y otros estudiantes migrantes, la migración no puede reducirse a cifras ni a discursos de criminalización.

El expresidente Donald Trump llegó a describirla como “una nueva categoría de crimen” en un mitin el año pasado, en línea con sus políticas de restricción migratoria. Muchos migrantes dicen que ese tipo de mensajes los hace sentir ajenos y no reflejan sus realidades.

Lucía Sánchez, madrileña de 20 años y estudiante de tercer año de ingeniería aeroespacial y mecánica en UF, llegó como la única de su familia en Estados Unidos.

“Al principio había mucha emoción; desde los 12 o 13 años sabía que quería dedicarme a esto. Pero fue muy difícil: no entendía cómo funcionaban las cosas y los primeros meses sin mi red de apoyo fueron complicados”, relató.

Como estudiante internacional, siente que debe trabajar el doble para “ganarse su lugar”.

Sus palabras llegan en medio del debate nacional: mientras algunos políticos y grupos sostienen que los migrantes compiten con los ciudadanos por empleos, otros destacan su aporte a la economía y al mercado laboral.

“Yo no vengo a quitarle el trabajo a nadie. Vine a aprender, a formarme, y luego simplemente eres una persona más: te eligen por tus experiencias y tu currículum.”  

Síguela en on X @marprofundo___

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