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Monday, March 18, 2024

Panadería en Gainesville hornea delicias sudamericanas y retribuye a su comunidad

Negocio impacta a su comunidad boliviana

Cuando Marliz Arteaga hornea sus delicias sudamericanas, ella anticipa la nostalgia que traerá a sus clientes.

Ya sea viajando millas para buscar auténtico coco brasileño o reuniendo los ingredientes específicos para preparar un dulce de leche casero, Arteaga dedica bastante tiempo a la elaboración de su especialidad.

Arteaga, de 40 años, y su esposo Leandro Soria, de 41, son dueños de Dulce Manjar Bakery, una panadería artesanal especializada en delicias sudamericanas. La selección de Dulce Manjar ha incluido anteriormente productos como pan dulce y volteado de piña.

Su producto principal, sin embargo, es el alfajor de maicena, una galleta de vainilla rellena de manjar, un producto similar al dulce de leche, coronada con coco rallado.

La pareja, que llegó a Gainesville desde Bolivia, elabora cuidadosamente esta clásica repostería sudamericana que le recuerda inmediatamente a la gente sobre el ambiente nostálgico de Bolivia. Ambos están orgullosos de compartir sus talentos culinarios con la comunidad de Gainesville, al mismo tiempo que comparten la prosperidad de la panadería con comunidades vulnerables de Bolivia.

“Nosotros no solo vendemos alfajores”, dijo Arteaga. “Nosotros vendemos una experiencia”.

Después de dejar su hogar en la Amazonía Boliviana y llegar a los Estados Unidos en el 2010, la pareja se comprometió a familiarizarse con Gainesville. En 2017, comenzaron a hornear pan para los eventos de su iglesia.

Las primeras etapas de los objetivos empresariales de Arteaga y Soria consistían en mantener una panadería. Pero pronto la pareja quiso desarrollarse más.

“Pensé que necesitábamos encontrar un producto único. Y me acordé de los alfajores de maicena, que siempre me han encantado”, dijo Arteaga.

Después de experimentar con nombres, como “Panadería Artesanal”, y conocer los gustos y disgustos de sus clientes, la pareja finalmente pudo iniciar el negocio que actualmente vende auténticos dulces sudamericanos.

“Debido a que la base del alfajor es dulce de leche, lo llamamos Dulce Manjar”, ​​dijo Ateaga. “En algunas partes de Sudamérica le dicen manjar al dulce de leche, que significa alimento para la mente o sustancia espiritual”.

La pareja trata de mantener un equilibrio en su trabajo con Arteaga gestionando la parte de negocios y Soria encargándose del proceso de horneado. Los dos hijos de la pareja también están involucrados en el negocio.

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“Paso alrededor de cinco horas a la semana horneando, pero todo depende de la cantidad de pedidos”. dijo Soria. “Tratamos de ayudarnos los unos a otros tanto como podemos”.

Lizet Navarrete, residente de Gainesville de 56 años, ha sido cliente de Dulce Manjar durante aproximadamente dos años. Desde entonces, ha sido testigo de cuánto esfuerzo pone la pareja en el negocio, dijo.

“Marliz pone calidad y esfuerzo en sus pedidos”, dijo Navarrete. “Es excelente para comunicarse con los clientes”.

Arteaga siempre está dispuesta a probar nuevas recetas para satisfacer a sus clientes, agregó Navarrete. Pero las contribuciones de Dulce Manjar se ven más allá de los residentes de Gainesville: El 10% de las ganancias de Dulce Manjar regresa a Sudamérica a un proyecto familiar llamado Mochilas Misioneras para la Amazonía.

La crianza de Soria en una zona rural de Bolivia y la falta de recursos disponibles lo llevaron a cumplir con su deber como propietario de un negocio.

La iglesia de la pareja estaba trabajando con “Operation Christmas Child” para enviar artículos de primera necesidad, ya que Bolivia califica como una nación necesitada. Sin embargo, Soria sabía que el proyecto no llegaba a las comunidades a lo largo del río.

“Si esa organización está llegando a Bolivia pero no llegando a esas comunidades, no creo que ninguna otra organización esté llegando a ellas tampoco”, dijo Soria.

A través del apoyo de la Iglesia Hispana de Gainesville, ubicada en 3508 NW 19th St., iglesias en la Amazonía boliviana y grupos coordinados de voluntarios, Arteaga y Soria pudieron iniciar Mochilas Misioneras para la Amazonía.

El objetivo del proyecto es entregar mochilas llenas de útiles escolares, artículos de higiene, ropa, juguetes y material bíblico a niños de 4 a 12 años que viven junto a la Amazonía boliviana. Las mochilas se suelen entregar durante el mes de abril en conmemoración del Día del Niño Boliviano, pero el año pasado también se entregaron en época navideña.

Lindy Rivera, de 53 años, esposa del pastor de la Iglesia Hispana de Gainesville, dijo que el programa comenzó hace cinco años.

“Marliz y su familia propusieron la idea a nuestra iglesia y comenzamos a promoverla”, dijo Rivera.

Arteaga y su familia han estado muy involucrados en la comunidad de la iglesia. Arteaga participa como líder del ministerio de estudiantes y mujeres, y Soria es voluntaria, dijo Rivera.

La Iglesia Hispana de Gainesville realiza eventos de recaudación de fondos para el proyecto. La iglesia también puso en marcha un café que abre todos los últimos domingos del mes. Todas las ganancias del café se destinan al proyecto de mochilas, así como a otros ministerios de la iglesia.

Y el apoyo a la visión de Arteaga y Soria también trasciende fronteras.

Edilson Texeria, de 51 años, y Cintia Texeria, de 46, son misioneros brasileños que viven en Cobija, Bolivia, y son amigos de Arteaga y Soria desde hace mucho tiempo. La pareja se encarga de la compra de productos y la entrega de las mochilas, una hazaña que a veces dura de siete a diez días.

Desde 2010, los Texerias recorren el río amazónico Manuripi para evangelizar diferentes comunidades.

“Viajamos usando el barco misionero. Es un barco muy grande”, dijo Cintia.

Después de combinar las ganancias de Dulce Manjar y la recaudación de fondos de la Iglesia Hispana de Gainesville, Arteaga y Soria envían el dinero a los Texerias para las mochilas. En Bolivia, se fabrican las mochilas y se empaquetan con la mercadería necesaria, dijo Cintia.

Con el dinero recaudado, Cintia dijo que han podido empacar unas 300 mochilas.

Los Texerias se toman el tiempo de reconocer el apoyo de Soria, Arteaga y la iglesia.

“Cuando les damos a los niños sus mochilas, les explicamos de dónde vienen y quién aportó”, dijo Cintia.

Los anuncios publicitarios para el proyecto comienzan a hacerse a medida que se acerca el mes de abril.

El proyecto de Arteaga y Soria es un reflejo de sus ambiciones personales de crear un entorno más ecológico y abundante.

Arteaga tiene una maestría en desarrollo sostenible de UF y actualmente está terminando un doctorado en ecología en UF.

Cuando no está cuidando de Dulce Manjar, Arteaga trabaja con proyectos de desarrollo e investigación transdisciplinaria en la Amazonía boliviana y brasileña en comunidades afectadas por grandes infraestructuras.

Arteaga forma parte de varias redes de investigación en Bolivia, como Tu Beca Bolivia, una institución de mentores para jóvenes profesionales que ayuda con solicitudes de becas. Además, ella también es responsable de monitorear y evaluar el programa Mujeres Chef Emprendedoras, que apoya a mujeres en Bolivia para que inicien su propia panadería.

Soria es actualmente un padre que se queda en casa, pero es voluntario activo en la iglesia. Tiene una granja de gallinas, de las cuales sus huevos se usan para hornear, y también cultiva una huerta que produce cebollas, aguacates, plátanos, chile, zanahorias y tomates.

Estas ambiciones de sostenibilidad son fundamentales para Dulce Manjar.

“No nos importa la cantidad de nuestros productos, nos importa la calidad”, dijo Arteaga.

Arteaga y Soria esperan cultivar Mochilas Misioneras para la Amazonía, con el objetivo de repartir una mayor cantidad de bolsas este próximo abril.

“Compartir lo que tenemos es lo más importante”, dijo. “Damos el ejemplo a nuestros hijos de que hay más alegría en dar que en recibir”.

Póngase en contacto con Nicole a través de nbeltran@alligator.org. Sígala en Twitter como @nicolebeltg.


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Nicole Beltran

Nicole Beltran is a second-year journalism and economics major. This is her first semester as the race and equity reporter. She has previously worked as a translator and editor for El Caimán. In her free time, she enjoys watching movies, trying new foods and drawing.


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